No es el caso de las verduras que consumimos directamente en crudo para confeccionar nuestras típicas y variadas ensaladas. Por ello es necesario seguir unas pautas correctas de manipulación que garanticen un consumo seguro:
- Lavar las verduras en abundante agua, para quitar todos los restos de productos que puedan contener.
- Desinfectar utilizado cualquiera de los desinfectantes autorizados para uso alimentario.
- Mantener refrigerado hasta su consumo.
Para su utilización, comprobar que en el envase figure la leyenda “lejía apta para la desinfección del agua” y seguir las instrucciones de dosificación señaladas en el etiquetado.
Normalmente utilizo un recipiente hondo, en el que pongo una gota de lejía por cada litro de agua, sirviéndome de un cuentagotas como el de la fotografía (reciclado de un frasco de suero fisiológico), introduzco las verduras (que queden cubiertas por el agua) dejándolas en remojo unos diez minutos, las saco y vuelvo a lavar con abundante agua, para eliminar los restos de lejía, tras secarlas ya están listas para su utilización.
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